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Entiendo los Cantos de Pound como una obra inconclusa. A pesar de que tenga un inicio y final, el lector se queda con la impresión de que la obra podría ampliarse infinitamente. Es sabido que uno de los modelos de Pound fue la Divina Comedia, texto en el que Dante se propuso registrar, entre otras cosas, el conocimiento sobre el universo de su época. Sin embargo, entre el siglo XIV y el XX ha desaparecido el cielo de Ptolomeo y sus estrellas fijas, y han desfilado tanto los descubrimientos de Copérnico y Galileo como las matemáticas no euclidianas y la teoría de la relatividad. Por ello, no era posible escribir el mismo libro. Aventuraré la siguiente hipótesis: ambos textos funcionan como metonimias del mundo en el que fueron escritos (o del modo en que este era percibido)— perfección, orden y finitud en la Comedia; caos, descentramiento e infinitud en los Cantos.
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El lenguaje poundiano no está formado de abstracciones, sino de objetividades; como si el poeta incorporara “trozos” de su propia experiencia y los combinara musical, mas no, lógicamente. Parecería que el poeta renunciara a “embellecer” o “trabajar” esta materia prima, por lo que no utiliza los juegos figurativos barrocos o surrealistas: “La oscuridad de Pound no es de palabra. Es una oscuridad de referencia”[1]. El lector de los Cantos siente constantemente que ha perdido la llave, la referencia que le permitiría entender el poema; este parece siempre aludir, referir a otra cosa. Así, la poética poundiana plantea un giro. El poema no se puede leer como objeto inmanente, cerrado en sí mismo, o como puro lenguaje; este mantiene diálogos que el lector infructuosamente busca reconstruir.
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¿Cuál es el lector ideal de los Cantos? ¿Quién posee las llaves, las referencias que permiten leerlo? Imagino las ochocientas páginas del poema como un inagotable monólogo interior, como una sucesión ininterrumpida de “trozos de realidad”: experiencias del autor, mitos griegos, textos de muy diverso origen y en distintos idiomas, etc. Lo fundamental es que casi nunca un discurso busca “mediar”, “ordenar” o incluso “propiciar un diálogo” (a lo Dostoievski) entre estas voces discordantes; el texto se resiste a una ordenación racional de sus componentes. ¿Quién es entonces el soñador de la pesadilla de los Cantos? ¿El propio Pound, la Historia, la Civilización?
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Dos de los vínculos estructurales más claros de los Cantos se dan con la Odisea y con la Divina Comedia. Sin embargo, quisiera enfocarme en el vínculo que mantiene con una obra que le es, de algún modo, contemporánea: el Ulises. Considero que la relación existe y va más allá del hecho de que ambas sean obras “vanguardistas” que toman elementos de la tradición clásica. El Ulises es básicamente el relato de un solo asunto, el viaje de Odiseo – Bloom durante un día en Dublín; las técnicas que escoge Joyce para narrarlo son innumerables. En los Cantos, Pound parece invertir la ecuación: innumerables asuntos (las historias de Malatesta, John Adams, los emperadores chinos, las referencias a las guerras mundiales, la propia historia de Pound) presentados con una misma técnica, si bien esta se va complejizando, sobre todo con la incorporación de otros códigos como el ideograma.
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Es imposible aislar un relato, una fábula, que articule el conjunto de los Cantos, a semejanza de la travesía de Dante por los tres reinos de ultratumba. Como menciona Lewis Hyde, Pound inicia el viaje de los Cantos en el Infierno pero nunca puede salir de este[2]. Por momentos, parecería que el propósito del autor fue reescribir una suerte de historia universal, sobre todo cuando el poema tiende a avanzar cronológicamente. No obstante, paralelamente a la historia que Pound escribía, el mundo también escribía su propia historia. Es posible que el colapso del proyecto fascista y la propia ruina personal de Pound haya motivado el cambio de asunto de los Cantos de John Adams a los Pisanos. Entonces, el mismo Ezra se convertirá en un protagonista más de su poema.
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A imagen y semejanza de los Cantos, estos apuntes no tienen una narrativa consistente. Apenas me he propuesto trazar algunas hipótesis. También, me interesa cuestionar algunos mantras que suelen acompañar la mención de nuestro autor.
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Uno de ellos es la reducción del estilo poundiano al coloquialismo. Así es como se le ha leído casi siempre en el Perú, a partir de una serie de ecuaciones que no se cuestionan (Pound = Eliot = coloquialismo = poesía peruana de los 60). Lo cierto es que el proyecto de Pound en los Cantos está basado en la superposición de distintos registros; no es un autor que busque sintetizar las diferencias, sino más bien alguien que las exhibe. El mundo de la oralidad es solamente uno de los registros que le interesaba captar. Por ejemplo, al inicio del canto LXXX (Ain’ committed no federal crime, / jes a slaight misdemeanor) se altera la ortografía para poder representar el habla de uno de los personajes del poema, mas en el cuarto verso ya aparece una palabra en griego, en el quinto una frase en latín, en el trece una expresión en francés y en el quince, en español. Y el multilingüismo poundiano es solamente uno de los rasgos de su concepción del estilo. Otro es el de la intertextualidad (secciones, a veces extensas, que son reelaboraciones de textos propios o de otros autores; traducciones libres; traducciones de los ideogramas chinos que aparecen en el texto…). El error fundamental de identificar el estilo poundiano exclusivamente con el coloquialismo radica en que ello implica reducirlo, ya que la raíz su estilo, sobre todo en los Cantos, es la heterogeneidad.
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Otro tema polémico en los Cantos es la posición política que allí se expresa. Es conocida la filiación fascista de Pound; no obstante, las referencias que aparecen en la obra —como, en general, buena parte de las referencias en el poema— no son siempre explícitas. A menos que el lector sea un conocedor del periodo fascista en Italia o cuente con alguna guía de lectura[3], es muy difícil seguir la ilación del debate político que allí se plantea; en realidad, Pound será mucho más evidente en otros temas como en su rechazo a la usura (cf. XLV). No obstante, existen dos cantos —el LXXII y el LXIII, ambos publicados originalmente en italiano en 1944 y omitidos en las primeras ediciones del conjunto— que, por aludir a una temática política más explícita, han sido llamados los “cantos fascistas” y han recibido el rechazo de cierta parte de la prensa cultural[4]. Considero que el LXXII, del que se cuenta una traducción al inglés realizada por el propio Pound, es uno de los puntos más altos del conjunto, si bien es estilísticamente algo diferente: una serie de diálogos, compuestos al modo de la Divina Comedia, entre Pound y otros personajes (particularmente notable es el que sostiene con Marinetti, en el que, entre otras cosas, plantea dudas de su propio accionar político). Si el canto I representa el descenso al Hades, con evidentes vínculos con la Odisea, el LXXII describe la errancia del yo poético por el Infierno (¿o Purgatorio?). En ambos se hace referencias a textos clásicos y plantean cierto nivel metarreflexivo con respecto al conjunto de la obra. Los Cantos Fascistas, que constituyen una suerte bisagra entre los Cantos de John Adams y los Cantos Pisanos, fueron escritos en el furor de la Segunda Guerra Mundial. En ellos hay emoción, también una nota de esperanza. Pero lo que le esperaba finalmente a Pound era el abismo.
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El abismo. La locura y la humillación (cf. LXXXI “Pull down thy vanity”). El fracaso (“I have tried to write Paradise”) y el pedido de perdón (“Let the Gods forgive what I / have made // Let those I love try to forgive / what I have made”). ¿Cuál fue la locura de Pound? ¿Imaginar otro orden? ¿Otra lengua? ¿Fracasar? ¿La grandeza de su fracaso? Finalmente la locura, la humillación, el perdón.
Y el silencio.
[Mateo Díaz Choza]
[1] Haroldo de Campos en “pound paideuma” (1957)
[2] En “Ezra Pound and the Fate of Vegetable Money”. The Gift. Creativity and the Artist in the Modern World (1983)
[3] Particularmente recomendable es A Companion to the Cantos of Ezra Pound (1984) de Carroll F. Terrell
[4] Ver “Pound’s Fascist Cantos Revisited” (2007) de Jack Ross
Hola, Mateo. ¿Qué edición de los Cantos has utilizado? ¿Alguna en inglés? ¿La de Joaquín Moritz? Yo tengo la de Cátedra en tres tomos, editada y traducida por Javier Coy, la cual además utiliza la palabra «Cantares» (en el prólogo se menciona que es la palabra española que el mismo Pound eligió para su poema). Tarea ardua leer este asunto, pero la edición de Cátedra tiene muchas notas y comentarios y, con un poco de paciencia, se le puede sacar mucho provecho.
Saludos
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Hola Koki, leí los Cantos en la edición de Paperback, en inglés. La ventaja es que incluye los cantos fascistas en el italiano original (72 y 73) y el 72 en la traducción al inglés del propio Pound; no sé si esos están en la de Cátedra. Ahora, como bien dices el texto es bastante demandante y leí el libro a la par con A Companion to the Cantos of Ezra Pound de Carroll F. Terrell. Ese texto es bueno, pero debe ser una ventaja tener las notas en el mismo libro porque se me hizo pesado estar con los dos textos al mismo tiempo.
Por otro lado, lo que dices de la palabra «cantares» en vez de «cantos» es muy interesante. Yo deduzco que lo de «canto» es también una referencia a la Divina Comedia. Vale la pena explorar ese asunto.
Saludos
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