El libro, publicado en español por la editorial Impedimenta en 2012, está dividido en un prólogo que es, en realidad, un relato llamado «El ruletista»; una sección central que comprende tres textos: «El mendébil», «Los gemelos» y «REM»; y un epílogo, el cuento «El arquitecto».
El tema central es la nostalgia, como anuncia el título. Una de las formas de definirla es el sentimiento al evocar un tiempo perdido e insustituible. En los relatos, queda claro, ese tiempo es la infancia, pero esta no es abordada como una etapa vivida que se recuerda con un vacío en el pecho, únicamente. La principal virtud del libro de Cărtărescu es su manera diferente de «recuperar» ese tiempo.
La forma
Dejemos de lado el contenido, puesto que no apoyo el bombardeo de spoilers y cualquiera puede imaginar que la nostalgia de un personaje se narra a través del recuerdo, ya adulto, de los hitos en la infancia o la vida adolescente. Y sí, es así en estos relatos (¿o partes de novela?), para qué expresaría otra opinión. Me interesa más el cómo. Es perogrullada añadir que los elementos de ambos planos (forma y contenido) se trasvasan como parte un mutualismo literario. Lo discutido en esta sección es un enfoque.
Conforme avanzan los relatos (me refiero al orden en que están colocados), se puede ver más la aparición gradual de una infección de elementos fantásticos en la narración. En «El mendébil», la aparición de estos es imperceptible; solo puede ser sospechada en algunos pasajes. Llegados a «Los gemelos», la intromisión de sucesos maravillosos abunda a partir de la última tercera o cuarta parte de la historia, de manera que, si en un inicio pensábamos que estaríamos ante una narración peculiar o extraña, al final nos hemos inmerso en una persecución de otro mundo. En «REM», la presencia de estos abarca la mayor parte de su extensión.
La razón de esa presencia es que, en el tiempo de la infancia y de la adolescencia, los conflictos se racionalizan menos a pesar del aluvión de sucesos que carecen de explicación. Las vacaciones forzadas de una niña por una enfermedad que casi mata a su madre, las veleidades de una primera pareja con secretos que jamás estará dispuesta a contar o el voyerismo involuntario suelen ser momentos similares a las pesadillas. Conseguir información que nos proporcione respuestas es difícil, más aún si quien los experimenta es introvertido. Recurrir a la fantasía puede ser una opción. En ese sentido, los sucesos narrados en Nostagia fusionan la realidad cotidiana con imágenes fantásticas u oníricas. El resultado, en las manos de Cărtărescu, es poético.
El sueño
Eso me lleva a la concepción del sueño en Nostalgia. No se trata de un proveedor de imágenes o alegorías después de las cuales el lector dirá: «oh, entonces, el perro mojado que se niega a abandonar la tumba del personaje alfa significa un amigo, es decir, el personaje beta. El sol rojo que cae en el horizonte como una pausada manzana de Newton es el sentimiento de vejez que el personaje alfa…» (este sueño, inventado ad hoc, no aparece en ninguno de los relatos de Nostagia, no hay que preocuparse). Es una intrusión narrativa, no explica, no es ingenua. Lo onírico es un método de composición que, en el caso específico de Nostalgia, sirve para concebir la realidad. En «El mendébil», un sueño es disparador de la ficción, nada más. Su relación con lo que sucede después es puramente significante (salvo, claro está, que su interpretación se fuerce, pero contra eso no podemos hacer nada), no de significado. En el caso de «REM», el sueño es el acceso a un secreto que no tiene vínculo alguno con la psicología del personaje y sí con una verdad.
En términos de verosimilitud, las descripciones detalladas y pausadas hechas por Cărtărescu permiten que las imágenes fantásticas y oníricas, que llegan luego, sean mucho más digeribles. La consigna de su prosa es lograr la inmersión en el universo extraño que presenta. No es un narrador «de acción», que busca golpear la inteligencia del lector con el ritmo trepidante. En términos de comida, su prosa, a pesar de la extensión, no empacha, nutre. Ya no sé cómo explicarlo. En todo caso, me recuerda a esas escenas de David Lynch que muchas veces se detienen en torpezas de un personaje, movimientos sin sentido o diálogos pueriles, cuestiones «poco dramáticas» de nulo aporte a la tensión del conflicto, pero constructoras de la cotidianidad necesaria para que el universo bizarro de Lynch sea inmersivo y, por lo tanto, afecte más al espectador (véase, si se quiere aclarar la idea, la escena de Eraserhead en la que Harry cena con los padres de su novia o los diálogos entre los investigadores de Twin Peaks). Ya me desvié.
El tiempo crece a mis espaldas… Me ensombrezco (Eminescu)
Cărtărescu muestra su forma particular de concebir la realidad y la irrealidad como dos partes indisolubles de la mirada juvenil. La nostalgia, entonces, deja de considerarse únicamente como el recuerdo de las vivencias en la mocedad de la vida (ay, cuando éramos bisoños en todo, ay). Lo que se ha perdido es una mirada, una forma de entender lo que se enfrenta a las personas: la forma utilizada por Cărtărescu para las historias que narra. De ahí viene la nostalgia. La adultez, de alguna manera, olvida esa visión, que es similar, en una concepción romántica, a la mirada del poeta. Por eso, en las declaraciones que brindó a El Periódico de Catalunya en 2013 (1), nuestro autor afirmó que se consideraba un neorromántico y que era, sobre todo, un poeta.
Las afirmaciones que los autores hagan de sí mismos nunca son tan importantes, así que tampoco utilizaré esa declaración como algo gravitante, solo como un comentario. Gravitante, sí, en la literatura europea (qué duda cabe que así sea en la rumana) de finales del siglo XX (se publicó en 1989 como Visul (o El sueño) y, en edición definitiva, en 1993) es Nostalgia. En particular, creo que «REM» es un ¿cuento, nouvelle? para hacerle ofrendas y he intentado no adelantar demasiado de él para no privarlos de una experiencia que, me parece, es una forma completa de aproximarse a una literatura singular. Y lo digo así, en general, porque especificar si es una novela o un libro de relatos (el autor asegura que se trata de lo primero, yo me inclino por lo segundo) acaba siendo lo menos importante. (L. C.)
(1) La entrevista proviene del diario que mencioné, aunque la editorial Impedimenta lo subió, en formato PDF, en su página web. La dirección es http://impedimenta.es/media/blogs/prensa/El%20Periodico%20de%20Catalunya-6-3-2013.pdf