La biblia de neón, de John Kennedy Toole

La obra del escritor estadounidense John Kennedy Toole (1938-1969) se compone solo de dos notables novelas: A Confederacy of Dunces, publicada en 1969, premiada con el premio Pulitzer en 1981, y traducida al castellano como La conjura de los necios, y The Neon Bible, que aunque fuera escrita en 1954, fue publicada recién en 1989, y aparece en español como La biblia de neón. En una carrera marcada por el signo de la inteligencia precoz, la excelencia artística, el desinterés de la industria editorial y la depresión, Toole escribió dos notables novelas antes de suicidarse a los 31 años de edad. Procedente de una familia de ascendencia francesa e irlandesa asentada en Nueva Orleans, ‘Ken’ Toole tuvo una vida en la que una inteligencia excepcional, el deseo de expandir la experiencia más allá del núcleo doméstico y una serie de dolencias neurológicas hereditarias modelaron los aspectos melancólicos y farsescos que distinguen sus dos únicos libros. Escritor de la distancia irónica y el desfase entre la autopercepción y la realidad, el Toole de La biblia de neón señala un camino en el que la mirada individual es caja de resonancias para asuntos de diversa índole.

The Neon Bible es un relato de aprendizaje que Toole escribe entre los 15 y los 16 años. Luego de un año de trabajo toma la forma de una novela corta. En vida, Toole envía el manuscrito a distintos editores que lo rechazan, hasta donde se sabe, en dos ocasiones. Lejos de abandonar la escritura, Toole guarda el manuscrito e inicia la redacción de su otra novela, también rechazada en distintas oportunidades. Aunque se suele explicar como azar la dificultad que Toole experimentó para publicar sus libros, los enunciados grandilocuentes con que se impulsó la venta de sus novelas tras su muerte evidencia el oportunismo de la industria editorial, que se sirve del autor en la medida en que pueda comerciar con su trabajo, sin dar importancia al proceso creativo. Tras el suceso comercial y crítico de La conjura de los necios, y bajo la asesoría de W. Kenneth Holditch, Marion Toole, la madre del escritor, inicia gestiones que recién se concretaron cinco años después de su muerte, en 1989. Desde entonces, La biblia de neón ha sido leída como un relato en el estilo del gótico sureño estadounidense, o como narración epigonal de la obra de Flannery O’Connor. Sin que ninguno de los dos factores resulte equívoco, ambas líneas interpretativas distan de explicar las particularidades de un relato en el que la apuesta por la mirada infantil y adolescente permiten la expresión de conflictos varios.

The Neon Bible recrea la sensibilidad de un personaje que abandona la infancia a la fuerza. Pese a la presentación patética y sensacionalista en el diseño y la ejecución del relato, Toole hace una apuesta creativa con ambos recursos al vincular la inocencia del niño sobreprotegido con la hostilidad masculina en distintos espacios. La apuesta por llevar al personaje de la casa familiar al mundo pone en crisis distintos componentes idiosincráticos del sur estadounidense, particularmente la imbricación entre racismo y religión en unos sectores populares cuya fe refuerza el poder de las élites, permitiendo el deterioro de las condiciones de vida de las mayorías. Toole recurre al estilo indirecto libre para que el acercamiento de David a su entorno exprese la rigidez y violencia de la sociabilidad sureña en términos de distancia irónica e incomprensión. Así, la ternura y la inocencia de la mirada infantil ante las carencias materiales, la disciplina de las interacciones o el reducido prestigio de los hábitos familiares comunican cómo los pobres quedan subordinados a poderes que exceden su control.

Figuración de lo sentimental sin sentimentalidad, el relato contrasta la mirada infantil con las determinaciones del mundo adulto empleando el viaje en tren y el recuerdo del tren de juguete de la infancia como motivos. Compuesto por la tía Mae, mamá y papá, el entorno cercano de David se ve afectado por problemas económicos, la limitada agencia femenina –y su confinamiento al ámbito doméstico y sentimental– y la gravitación de interacciones religiosas que completan la segregación en función a los recursos económicos. Pese a que la novela tiende en su diseño a una adversidad que acaba con la familia de David, el detalle de lo narrado modera el aumento de las dificultades. Aunque la disposición a una vida adversa parece surgir de un exceso en la disposición a la adversidad, Toole compone un relato en el que las malas decisiones personales están vinculadas a problemas estructurales. Así, por ejemplo, a la tía Mae le afecta el pasado y los recursos económicos cuando, en medio de una reunión familiar, se muestra con uno de los vestidos que usaba en sus años de cantante en clubes nocturnos, generando la desaprobación cínica de los hombres y el recelo de sus esposas. En una escena lograda por la tensión entre sociabilidad familiar y exuberancia del cuerpo de la tía Mae, la familia de David parece sellar su condición de paria ante un entorno en el que lo religioso define o sanciona los modos de ser de la gente. En relación a ello, la novela debe su título al aviso de la institución liderada por el ficticio pastor Bobby Lee Taylor. A través de la mirada del protagonista llegamos a saber que la sociabilidad de las prédicas intensifica el vínculo entre la expresión de la piedad y lo económico, convirtiendo la religiosidad en medio para la dignificación del bienestar patrimonial.

El aislamiento familiar es definitivo con la acumulación de circunstancias adversas. La tendencia a la adversidad en el diseño del libro se materializa en el comportamiento del padre de David, quien compra semillas de pino y alcachofa con el dinero de su liquidación con la intención de plantarlas alrededor de la casa que ahora ocupa la familia en la periferia de su pueblo. Tras mudarse por no poder pagar el alquiler, su fallido proyecto condiciona el bienestar familiar al invertir mal sus recursos, y al aceptar una llamada –opcional– para servir en el ejército y que produce su muerte. Pese al significado de la Segunda Guerra para la familia de David, la partida de los hombres del pueblo al servicio militar genera un momento de empoderamiento femenino en el que la tía Mae destaca por su carisma, belleza y múltiples talentos, pero sobre todo por el desarrollo de una solidaridad entre mujeres que se contrapone a la competitividad y agresividad con que Toole diseña las interacciones del pueblo en la novela. El retorno de los soldados significa la reducción del empleo femenino, confirmando una vuelta al orden que endurece la vida de los miembros restantes de su familia.

La adolescencia hace que David descubra la independencia que permite el trabajo y las fluctuaciones del amor. Aunque consigue liberarse del circuito adverso al que estaba expuesto en la infancia, la dedicación y generosidad del empleador revelan que para Toole el esfuerzo individual no alcanza a contrarrestar el legado familiar. Un sentido análogo parece tener el amor romántico en la experiencia de David, cuya reacción confiada e ingenua hacia Jo Lynne genera como resultado una nueva frustración de las expectativas. El tratamiento formal del catálogo de frustraciones que presenta la novela dista de ser, sin embargo, una vía unidireccional para la confirmación de la adversidad. Si bien dos desapariciones y la partida del propio David dan forma a los últimos capítulos del libro, la atención a la densidad de los instantes y la descripción detallada de las interacciones revelan la inversión formal de la prosa de Toole, mostrando que el azar del mundo puede encontrar continuidad en la voluntad de las personas.

En términos de afinidades, la novela de Toole se puede asociar a novelas posteriores, como Beloved de Toni Morrison, Meridiano de sangre o Blood Meridian de Cormac McCarthy, o la breve pero notable Sueños de trenes o Train Dreams de Denis Johnson, especialmente en cuanto al modelo del gótico sureño norteamericano, y su mirada de la adversidad de las clases bajas de las que todas ellas, a su manera, se ocupan. De sus múltiples predecesores, hay que ponderar la influencia de los cuentos y novelas de Flannery O’Connor en cuanto a la mirada de la sociabilidad que ha normalizado la violencia simbólica del discurso racial y religioso, y en cual la crisis del punto de vista responde a construcciones culturales alternativas a la norma social, cuando no al esclavismo o la violencia sistémica contra los negros. La diferencia radica en que el joven Toole se sirve del tratamiento textual de lo anterior para hablar de un segmento blanco que carece de patrimonio, con una sensibilidad que más bien capitaliza la propia adolescencia del escritor. En ese sentido, pienso, la disposición para capturar el desfase entre intención y entorno es tanto una cualidad adquirida desde las lecturas como comprobada en la experiencia. [José Miguel Herbozo]

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